
Telefé puso "toda la carne al asador" para esta nueva apuesta en el panorama de ficciones diarias. Razones sobraban: Juan José Campanella, quien viene de alzarse con el Óscar a Mejor Película Extranjera por El secreto de sus ojos en 2010, como escritor y director del proyecto; un elenco sumamente jugoso, coronado por tres protagonistas muy apreciados en el ámbito local; un trabajo de filmación cinematográfico, que aseguraba una calidad inigualable de imágen, incluso con tecnología 4K (lo último en resolución de imágen digital). ¿Qué mayor prueba de fé que haber invertido en los derechos para tener un tema clásico de Soda Stereo como "opening" y, además, musicalizar cada episodio con canciones de la mítica banda y de la etapa solista de Gustavo Cerati?
Sin embargo, la que sería una de las tiras del año resultó en...
CATÁSTROFE
En una nota publicada en el mes de julio en la edición local de la revista Rolling Stone, "Jota Jota" Campanella afirma que "(...)la tendencia es que la ficción de TV se consuma cada vez más como un libro que uno elige hasta qué página leer", y que, por ende, en lo que hace a la forma de consumir ficción, "(...)la marcha de la televisión argentina contradice a las grandes televisiones del mundo." Esto es la antesala de uno de los tantos argumentos esgrimidos en defensa de Entre Caníbales, que afirma que muchísima gente lo mira por Internet y esos no son los números que se ven. Pero yo creo que va más allá de los tipos de público, de si cada vez se mira menos televisión a un determinado día y horario, de si la medialuna es de grasa o de manteca. Las respuestas al fracaso o bien(si sos de los que creen que todo en la vida es aprendizaje, como yo) del "traspié" de un producto televisivo hay que buscarlas en el producto mismo. No para demonizarlo, no para considerar que el trabajo estuvo mal hecho, sino para entender qué lecciones deja y qué debates abre para la ficción local.
Sin más preámbulo, mis 3 razones para empezar a explicar por qué Entre Caníbales se devoró a sí misma:
1) El formato tira diaria
Estamos frente, a mi entender, el virus terminal de la ficción argentina. Sí, es cierto que hay programas que han sabido sostenerse en el tiempo saliendo de lunes a viernes (o lunes a jueves, que parece ser la última tendencia), pero sostengo que en la mayoría de los casos se debió más bien a que su público se encariñó/acostumbró que a realmente haber mantenido la calidad. Ni hablemos de los programas que, en un desesperado intento por generar un punto de rating, terminan cambiando de género y la propuesta inicial se deforma, con resultados realmente deplorables.
Ejemplo 1: Son de fierro y (léase con voz dramática de locutor de El Trece) SON DE FIERRO (minuto 31/ minuto 41)
Ejemplo 2: Vecinos en guerra y (léase con voz dramática de locutor de Telefé) VECINOS EN GUERRA
Todo esto puede adjudicársele a la forma en la que el melodrama impregna la cultura popular latinoamericana, razón por la cual es casi seguro que en cualquier tira, eventualmente, alguien quedará ciego, o paralítico, o perderá la memoria, y demás cliches del género.
OK, volviendo al punto: el formato tira es aún más dañino para una historia como Entre Caníbales, ya que ocasiona que tengamos laaaaargos capítulos en los que no pasa absolutamente NADA. O bien, lo que sucede no hace avanzar la trama, no la enriquece. Yo creo que E.C. hubiera sido un excelente unitario y, tranquilamente, esta historia se podría haber contado en 24 capítulos semanales. De haber sido así, hubiera sido mucho más digno que tener que recortar una historia de 120 capítulos a 60 (!!!), lo cual claramente es humillante e irrespetuoso para la propia obra.
Ejemplo 1: Son de fierro y (léase con voz dramática de locutor de El Trece) SON DE FIERRO (minuto 31/ minuto 41)
Ejemplo 2: Vecinos en guerra y (léase con voz dramática de locutor de Telefé) VECINOS EN GUERRA
Todo esto puede adjudicársele a la forma en la que el melodrama impregna la cultura popular latinoamericana, razón por la cual es casi seguro que en cualquier tira, eventualmente, alguien quedará ciego, o paralítico, o perderá la memoria, y demás cliches del género.
OK, volviendo al punto: el formato tira es aún más dañino para una historia como Entre Caníbales, ya que ocasiona que tengamos laaaaargos capítulos en los que no pasa absolutamente NADA. O bien, lo que sucede no hace avanzar la trama, no la enriquece. Yo creo que E.C. hubiera sido un excelente unitario y, tranquilamente, esta historia se podría haber contado en 24 capítulos semanales. De haber sido así, hubiera sido mucho más digno que tener que recortar una historia de 120 capítulos a 60 (!!!), lo cual claramente es humillante e irrespetuoso para la propia obra.
2) Una historia de venganza...really?
Debo reconocer que se intentó darle un toque más "original" introduciendo en la trama la cuestión política, pero aún así, la historia de venganza está trillada. De hecho, como bien me señaló mi querido amigo Matías, el conflicto inicial no se aleja demasiado de lo que ocurre en la telenovela colombiana Doña Bárbara. Además, las cruzadas vengadoras de las mujeres suelen tomar rumbos demasiado previsibles: en definitiva, la lucha por su objetivo las baña en tanta sangre y dolor que no consiguen ser felices nunca. La revancha no las libera, sino que las condena.
Ejemplo: mi madre se enganchó en su momento con Malparida, la tira protagonizada por Juana Viale, Gonzalo Heredia y Raúl Taibo. En menos de una semana, nuestra muchacha sedienta de venganza mata a la madre de Heredia, que será su interés amoroso principal. En ese preciso instante yo afirmé con toda certeza que era imposible que su amado no descubriera este hecho y que jamás lo perdonaría por ello. Con lo cual, Juanita no tendría otro camino más que suicidarse, igual que su madre, a quien fue a vengar en primer lugar. DICHO y HECHO.
Con E.C. me sucedió lo mismo. Transcurridos tres capítulos afirmé que el giro crucial de la historia iba a ser que Agustin "El Pibe" Larralde, interpretado por Benjamín Vicuña, iba a ser uno de los violadores de Ariana, que ella se iba a enamorar de él y tarde o temprano descubriría la verdad. Finalmente, así ocurrió.
Lamentablemente, que el giro de trama que debería cortarnos el aliento sea predecible en los primeros 5 episodios de la tira no es un buen augurio. No tenemos nada que esperar. Que esto es consecuencia de repetir una historia trillada y, encima, en formato tira, está clarísimo.
3) Diálogos forzados
Por alguna razón, los diálogos sufren de un acartonamiento excesivo. Todo film o serie tiene sus frases épicas (Game of Thrones, por ejemplo, abunda en ellas), comentarios ingeniosos, conversaciones inteligentes y llenas de tensión que generan clima. El problema es cuando intentamos que hasta el más mínimo intercambio tenga tintes literarios. Se llega a un punto que la discursividad de los personajes se desnaturaliza y pierde fuerza. Por otro lado, y precisamente en esos capítulos en los que nunca pasa nada, los personajes relatan demasiado. En lugar de jugar con las sutilezas que nos dan a entender los eventos, que nos pintan de cuerpo entero a cada individuo, que nos hacen sentir que lo conocemos intimamente (o generan más misterio sobre su figura), se cuenta todo, se explica todo, se detalla todo de modo verbal. Es una lástima porque el audiovisual ofrece miles de posibilidades de representación que exceden lo verbal y que no se explotan. De todos modos, quiero destacar acá la excelente composición que hace Joaquín Furriel del personaje de Rafael Valmora que, fuera de estos vicios propios de guión, me parece mucho más rica e interesante que la de la mayoría.
Comenten, compartan, debaten, luchen, muerdan, rasguñen(?) que no hay nada más lindo que un debate acalorado sobre la serie que sea.
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