Lo que pasa "afuera" es lo siguiente: tenemos a la pequeña Riley, una niña de once años que vive feliz en Minesotta con su familia (no pude evitar pensar en Marshall Eriksen) hasta que, debido al trabajo de su padre, debe mudarse a San Francisco y adaptarse a su nuevo hogar, con todo lo que eso implica. Hasta acá, un argumento clásico. Pero lo jugoso pasa "adentro", y es ahí donde la magia de Pete Docter (responsable del golpe al corazón que es Up) se muestra en todo su esplendor y BAM, vemos una representación sumamente ingeniosa y colorida de la estructura emocional del ser humano. Tenemos cinco emociones centrales: Alegría, Desagrado, Enfado, Temor y Tristeza. La caracterización de estos personajes es, ya de por sí, sublime. La réplica de los mismos en otras cabezas (la de la mamá y el papá de Riley, por ejemplo), con las particularidades que las adaptan a cada personaje, es excelente. Con eso solo tenemos una película entretenida, pero hay más.
Riley tiene pensamientos centrales, que son los que activan las "islas" que conforman su personalidad: hay una isla de las bobadas, otra del hockey, es decir, pequeños núcleos que son los que hacen que Riley sea...bueno, Riley. Este mundo se expande aún más: el laberinto de la memoria a largo plazo, el tren del pensamiento (que es, por supuesto, un tren literal), el sector de producción de sueños (emulando un estudio de filmación, en una secuencia MUY graciosa) y la máquina que crea pensamiento abstracto (todo este concepto, una genialidad).
Sí, es claro que la estructura planteada en el film es muy compleja. Las nociones que se ponen en juego no son fáciles de asimilar para un chico y, seguramente, no pueda asimilar en su totalidad el planteo de la película. Pero honestamente:
La calidad de animación y el color, por sí solos, alcanzan para mantener a los más pequeños entretenidos. Van a entender el argumento central y la travesía de Alegría y Tristeza en busca de restituir los pensamientos centrales de Riley a su lugar original. Les va a encantar el amigo imaginario Bing-Bong, se van a fascinar con los intentos desesperados de las emociones restantes por controlar la situación en ausencia de Alegría (que viene a ser la que "dirige la batuta"), es decir, no hay razón alguna para pensar que esta película no va a ser deliciosa para los más chicos. Pero si es cierto que para nosotros, los "grandes", va a ser mejor aún.
(SPOILER ALERT)
El mensaje a rescatar es que todas nuestras emociones son necesarias para crecer. La pobre Tristeza, que pareciera no tener utilidad, es central para resolver el conflicto llegando al final. El hecho de que Bing-Bong finalmente sea olvidado es una buena metáfora del fin de la infancia, de ese momento en que ya nadie puede "llevarnos a la luna" más que nosotros mismos. Y confieso que vomité arcoiris con la escena final, cuando las emociones reciben un tablero nuevo, lleno de botones, y los pensamientos empiezan a tener colores mixtos. ¿Qué mejor manera de simbolizar el crecimiento, cuando las emociones se complejizan y no siempre podemos distinguir con claridad lo que sentimos? Asimismo, las islas iniciales se expanden y se suman otras (la del romance, por ejemplo). Te hace cuestionarte acerca de tus propias islas, aquellas cosas que te hacen un ser único e irrepetible. Intensa-mente pinta de cuerpo entero al ser humano y lo hace tan sutil y delicadamente que chicos y grandes puede irse del cine contentos. No sé ustedes, pero yo muero por una secuela en la que las emociones presionen el botón "PUBERTAD" y ahí sí, ahí las queremos ver.
(USTED ESTÁ SALIENDO DE LA ZONA SPOILER)
Cuenténme qué les pareció la peli, a ustedes, a sus hijos y a sus sobrinos también.
BONUS: me reí mucho con esta gilada
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